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Vueltas al Sol

  • Foto del escritor: Bediwa
    Bediwa
  • 8 mar
  • 3 Min. de lectura

43 Margaritas.

Los cumpleaños son momentos para celebrar la vida, para cerrar ciclos, para reevaluar sobre un ciclo y darle la bienvenida a otro ciclo, observar los aprendizajes, quién estuvo, quién ya no está. Como quieres proyectar el nuevo ciclo, son momentos y oportunidades para renacer con nueva energía, momentos de limpieza, de purificación y conexión con uno mismo.


Son momentos para honrar nuestro paso por la tierra. Los días de cumpleaños pueden resurgir emociones o sentimientos encontrados, pero es un día tan especial que lo ideal es conectar con el agradecimiento por un ciclo más de vida.


Este cumpleaños se sintió extraño, cada cumpleaños siento una energía especial llena de amor y gozo innata, y este año fue un año simplemente para mirarme completa. Los años anteriores han sido años llenos de retos y aprendizajes, de aceptación, de mirar la realidad, de soltar.


Creo que nunca había celebrado un cumpleaños como lo hice este año, decidí conectar conmigo misma dándome parte del día para escribir acerca de lo que quería dejar atrás, y escribiendo lo nuevo que quería manifestar y atraer en mi vida, además de agradecer. Me di este espacio de mirar a cada una de mis versiones y de mis etapas, de honrar a mis linajes, femenino y masculino, de enraizarme a la tierra, de sentirme en mi propio hogar física, mental y espiritualmente.


2024 fue año que me reto a soltar, soltar y soltar, a confiar en mi y el universo, a seguir pese las adversidades, un año que me invito a mirar a mi niña interior completa para abrazarla y darle un espacio en mi corazón, a mirar mis heridas, a sanar. 2024 me rompió en pedacitos para volverme a armar, literalmente me rompí y rompieron mi corazón, fue mirar mis errores, sin culpas, mirar la ilusión y bajarla a la tierra para permitirme soñar tan alto pero con los pies en la tierra y mirando mis sueños para hacerlos realidad, no con romanticismo e ilusión fuera de la realidad.


Aprendí sobre mis recursos, mis dones, mi respiración, mi cuerpo, aprendí a lidiar con el dolor y el miedo, a mirar el caos y saber que es parte de la humanidad, a convivir con mi mente como amiga. Fue un año que la incertidumbre se asomó mostrándome lo importante de soltar el control y aprender a CONFIAR, entendí que yo sola no siempre todo lo puedo, aprendí de DIOS y de su fuerza inmensa, aprendí a valorar mi tiempo y energía y a gozar los momentos más cotidianos de la vida.


Aprendí que aveces se puede caer, y no pasa nada, que aveces se vale no hacer nada, descansar, que el error e imperfección es parte del crecimiento, evolución y aprendizaje. Aprendí a aceptar no ser amada como yo creía que era el amor, aprendí a aceptarme, en cada momento de mi vida. Aprendí que no pasaba nada si me sentía y me habitaba, que el sentir no es ahogarte en tus emociones, que tengo las herramientas necesarias para navegar mi propio caos interno, cuando toca la puerta. Aprendí a echar raíces, a sembrar y cosechar. Aprendí la importancia de la paciencia en la cosecha, que hay momentos para todo, y que la impermanencia es parte de la vida.


A que no hay tiempos para cerrar un ciclo, a que la actitud a tomar ante cada situación es la que te surge en el momento y esa es la correcta.


A que mi libertad y autenticidad es lo más sagrado como regalo, y es por todo esto que estoy segura que este próximo ciclo ES y será un ciclo maravilloso, donde me retomo desde otra perspectiva más madura, más sabia, más prudente, más neutra, más ecuánime, más alineada a lo que hoy hace vibrar mi corazón aceptando la transformación y la perfecta imperfección humana.


Gracias Berenice por tu valentía, tu amor incondicional, y por ser TÚ, tu niña interior, todas tus versiones, y yo estamos profundamente orgullosos de tu camino. Te amo




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Con amor

Berenice

 

 

 
 
 

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